El Giro de Italia del centenario, en 10 claves
Repasamos las claves del 100 Giro de Italia, más allá de la victoria de Tom Dumoulin, el podio de Quintana y Nibali o los maillots para Mikel Landa, Fernando Gaviria y Bob Jungels
Se acabó una edición histórica del Giro de Italia que celebraba su centenario. La carrera no ha defraudado y, aunque se podía haber visto más pelea en la montaña, la emoción ha sido máxima hasta el último día. Analizamos, en formato de top 10, las claves que han hecho atractivo, interesante y vivo esta Corsa Rosa 2017.
La imprevisibilidad del ciclismo
Lo bonito de un deporte tan abierto como el ciclismo, y que muchas veces se nos olvida, es la imprevisibilidad. La imprevisibilidad de que un contrarrelojista doblegue a los grandes escaladores en la montaña, la imprevisibilidad de tener diarrea y tener que parar en el peor momento posible, la imprevisibilidad de las fuerzas de los favoritos o de los ataques de los segundos espadas. La victoria de Dumoulin es un signo de esa imprevibisibilidad que tiene el ciclismo, en la que prácticamente cualquiera puede ganar en cualquier momento. La elección del momento, la forma y las circunstancias –internas y externas- entran dentro de esa imprevisibilidad que hemos podido ver en el Giro de Italia 2017.
La importancia de las cronos en las grandes vueltas
Algo que se ha perdido en los últimos años y que el Giro, de alguna manera u otra, está queriendo mantener. Hubo un tiempo en que las cronos tenían la misma o incluso superior importancia que la montaña en las grandes vueltas. Generales ganadas gracias a una buena diferencia en la crono o a salvar los días montañosos y sacar algunos segundos contra el reloj. Esa importancia de la crono es la que ha quedado de relevancia en este Giro de Italia. Al fin, muchos años después, un especialista contra el crono se impone en una gran vuelta rememorando los tiempos de Indurain, Rominger, Riis o Ulrrich.
Dumoulin, sufridor y capo en la montaña
Aunque parezca lo contrario, Dumoulin no ha ganado el Giro en las cronos sino en la montaña. Ya sabemos lo buen contrarrelojista que es el holandés pero donde de verdad debía demostrar que puede ser un gran vueltómano es en la alta montaña. Y ahí se ha sabido mover bien. Aguantando a rueda de sus rivales, cediendo unos metros pero manteniendo el ritmo y confiando en su forma. Ello le ha servido para minimizar pérdidas en la montaña e incluso hubo momentos en dónde dominó a sus rivales hacia arriba, véase la subida a Oropa con victoria del propio Dumoulin. Ha solventado con éxito cada crisis, tales como 'la parada a defecar', la crisis al inicio de la 19ª etapa y los ataques en puertos como el Gardena, Piancavallo o Monte Grappa.
Nairo Quintana, de más a menos
Un quiero y no puedo. Muy bien se presentaba el Giro de Italia para Nairo Quintana antes de la salida, con tanta montaña y sobre todo tras la etapa del Blockhaus, donde se exhibió y dio muestras de todo su potencial. Eso sí, un potencial que iba a quedar en agua de borrajas al llegar la última semana. Se le ha visto a la sombra de Dumoulin, ayudado por su equipo, pero sin acabar de encontrar el hueco. Ataques sin mucha fe y siempre buscando la colaboración del resto de favoritos, como decimos, un quiero y no puedo.
Nibali, un diésel muy vivo
Con Nibali siempre se puede contar. Da igual, por muy mal que arranque, el siciliano siempre está metido en carrera. Llegó a la última semana en el mejor momento de forma y lo demostró, imponiéndose en Bormio atacando hacia arriba, haciendo uno de sus descensos y rematando al sprint. Una victoria típica del tiburón. Eso sí, a la hora de la verdad, da la sensación de que necesita que pasen cosas para poder hacer diferencias: un zafarrancho, una emboscada… de tú a tú, Nibali parece llegar en un segundo plano.
La clase intermedia se anima: Pinot, Zakarin, Pozzovivo, Jungels…
Qué hubiera sido de este Giro de Italia sin la clase intermedia. Fueron los que más lo buscaron, los más combativos. Más allá de Dumoulin, Quintana y Nibali y sus estrategias, hombres como Pinot, Zakarin o Pozzovivo se mostraron muy activos y animaron la carrera en cada subida. Además, la lucha por el maillot blanco entre Bob Jungels y Adam Yates también nos dejó imágenes bonitas y una buena batalla.
Las fugas animan la carrera
Muchas veces, en las grandes vueltas, el ansia de los favoritos provoca que bloques enteros neutralicen los ilusionados movimientos de los aventureros que buscan las fugas y asistimos a un marcaje al hombre en busca de un ataque en el último kilómetro o incluso un sprint por la bonificación. En este Giro de Italia, numerosas han sido las etapas que se han decidido en la fuga. Ello ha provocado un gran interés en cabeza de carrera. Landa buscando constantemente su victoria, etapas con finales preciosos como las victorias de Dillier, Izagirre u Omar Fraile, el pulso con un grupo perseguidor de Mulhberger en Olbia, Jan Polanc en el Etna o de Pierre Rolland en Canazei o el mano a mano entre Landa y Van Garderen. Todo ello, unido a la lucha por la general, ha generado emoción y mucha expectación.
Gran papel del ciclismo español
Foros, periódicos, páginas webs… cada año la misma pregunta: ¿qué será del ciclismo español sin Valverde, Purito y Contador? Señores, hay presente, hay futuro y hay que mimar al futuro. Hablando únicamente del Giro de Italia, el protagonismo español ha sido mayúsculo. Sin un favorito a la general, tras la caída de Landa camino del Blockhaus, hombres como Omar Fraile, Luis León Sánchez, Gorka Izagirre, Igor Antón o el propio Mikel Landa han intentado brillar por todos los medios posibles. El resultado: tres victorias de etapa y triplete en la clasificación de la montaña, así como innumerables fugas con acento español. Además, hombres como Gorka Izagirre, José Joaquín Rojas o José Herrada se han mostrado como guardia de Nairo Quintana.
Los renacimientos de Rolland y Van Garderen
Ciclísticamente olvidados. Apuntaron mucho en el pasado pero, sea por lo que sea, no encuentran el nivel, la forma o el punto que tuvieron en pasados, sobre todo, Tour de Francia. Destinados a brillar únicamente en la búsqueda de etapas, Van Garderen consiguió al fin su primera victoria World Tour tras haber sido un hombre importante en grandes carreras; por su parte, Rolland lo intentó con ahínco y, en Canazei, llegó su momento de gloria tras cinco años sin ganar en el WT. Renacidos.
La carrera más bonita del mundo
Una vez más, y tal y como reconoce ‘Purito’ Rodríguez, se demuestra que el Giro de Italia es la carrera más bonita del mundo, al menos hablando en cuanto a rondas por etapas. Un recorrido acertado, con una mezcla de etapas llanas, nerviosas y con cotas, alta montaña y crono casi perfecta y un Giro del centenario que ha pasado por toda Italia. Una Italia que se ha echado a la calle para celebrar el paso de su carrera, con calles, cunetas, puentes, subidas, bajadas repletas de gentío y ciudades y pueblos engalanados de rosa. Un año más, un éxito más.
BONUS TRACK: Fernando Gaviria y la consolidación de una estrella
Cuatro de seis en llegadas masivas. El ciclista colombiano, estrella emergente, se ha consolidado como uno de los mejores velocistas del momento. Con un equipazo como Quick Step lanzándole, el antioqueño ha sido prácticamente imbatible. Solo un veterano André Greipel, que no faltó a su cita con el Giro, y un imperial Caleb Ewan que apunta muy alto también. Por lo pronto, Gaviria ya está entre los Cavendish, Kittel o Greipel como pluriganador en una misma gran vuelta.